MacKenzie Scott y su legado silencioso

MacKenzie Scott en un evento filantrópico, con expresión serena y vestimenta sobria.

MacKenzie Scott ha donado más de 16.000 millones de dólares a organizaciones sociales desde 2019, redefiniendo el modelo filantrópico tradicional.

MacKenzie Scott es escritora, filántropa y una de las mujeres más influyentes del siglo XXI. Reconocida por su papel en los inicios de Amazon y por su compromiso con la redistribución de la riqueza, ha donado miles de millones a organizaciones sociales de todo el mundo. Su estilo discreto y su enfoque sin condiciones han redefinido el concepto de filantropía moderna.

De la literatura a los directorios corporativos: los comienzos

MacKenzie Scott nació en San Francisco y se graduó en la Universidad de Princeton, donde estudió literatura bajo la tutela del reconocido escritor Toni Morrison. Esta formación dejó una marca duradera en su sensibilidad narrativa, reflejada en su novela The Testing of Luther Albright, que fue galardonada con el American Book Award en 2006. A pesar de que su perfil mediático ha estado ligado al universo empresarial, su identidad original estuvo profundamente conectada con el mundo literario y la reflexión introspectiva.

Durante los años noventa, conoció a Jeff Bezos mientras trabajaban en D.E. Shaw, una firma de inversión tecnológica en Nueva York. En 1994, ambos se mudaron a Seattle y fundaron Amazon, donde ella fue una figura clave en las primeras etapas de la empresa, gestionando contratos, contabilidad y tareas legales en los inicios del emprendimiento. Aunque su papel operativo fue breve, su influencia fue sustancial en la estructura organizativa inicial y en la toma de decisiones estratégicas.

Una separación que redefinió el mapa filantrópico global

El divorcio de MacKenzie Scott y Jeff Bezos en 2019 fue uno de los más comentados en la historia reciente, no solo por el volumen de activos transferidos —cerca del 4% de Amazon, lo que la convirtió en una de las mujeres más ricas del planeta— sino por lo que ella hizo con esa riqueza. Mientras muchos esperaban una vida de bajo perfil o inversiones privadas, Scott sorprendió con una decisión audaz: destinar la mayor parte de su fortuna a la filantropía directa y sin intermediaciones burocráticas.

En el mismo año de su divorcio, firmó el Giving Pledge, el compromiso impulsado por Bill Gates y Warren Buffett para que los millonarios donen al menos la mitad de su patrimonio durante su vida. Desde entonces, Scott ha distribuido más de US$ 16.000 millones entre más de 1.600 organizaciones, según datos de Yield Giving, la plataforma que creó para transparentar sus aportes.

Un nuevo modelo de donación: confianza y descentralización

A diferencia de fundaciones tradicionales, el enfoque de Scott se centra en la entrega sin condiciones y sin trámites complejos. Este método ha sido valorado por organizaciones que, durante décadas, debieron ajustarse a los marcos de grandes filántropos. Scott ha reivindicado el principio de la confianza como motor transformador, apoyando causas de justicia racial, educación comunitaria, salud pública, equidad de género y sostenibilidad ambiental.

Entre los beneficiarios se encuentran universidades históricamente afroamericanas, centros de salud indígena, organizaciones lideradas por mujeres en países en desarrollo, y programas locales en zonas rurales de Estados Unidos. Su método de selección no parte de solicitudes públicas, sino de un trabajo de análisis silencioso por parte de un equipo asesor que luego otorga los fondos directamente.

Controversias abordadas con coherencia

La magnitud de sus donaciones generó también cuestionamientos. Algunas voces criticaron la falta de visibilidad del proceso de selección o la posibilidad de que estas transferencias se convirtieran en formas de poder indirecto. Sin embargo, Scott ha mantenido una postura clara: no ofrece discursos públicos, no solicita informes exhaustivos ni busca protagonismo en los medios.

Su manera de actuar, alejada del show filantrópico, ha sido entendida por muchos como una crítica a la cultura del “philanthrocapitalism” que domina las grandes fundaciones. Frente a modelos que suelen imponer métricas y condicionalidades, ella ha optado por reconocer el saber de quienes ya están trabajando en terreno.

Literatura, reclusión mediática y nuevos vínculos

En paralelo a su actividad donante, Scott ha mantenido viva su vocación literaria, aunque sin publicar desde hace más de una década. Su decisión de alejarse de la vida pública responde, según allegados, a un deseo de coherencia entre lo que promueve y lo que practica. En 2021 se casó con el profesor Dan Jewett, de quien se separó discretamente en 2023, sin comunicados oficiales ni declaraciones. Su enfoque austero contrasta con el estilo visible de otros filántropos millonarios.

MacKenzie Scott hoy

Con una fortuna que ha seguido disminuyendo a medida que avanza en su plan de donaciones, Scott se consolida como una de las figuras más influyentes del siglo XXI en el campo de la redistribución privada de riqueza. Su manera de concebir la filantropía como acto de humildad, y no como performance de poder, ha transformado el mapa de los apoyos económicos a organizaciones sociales.

Mientras buena parte del mundo observa con atención cómo grandes fortunas moldean el futuro desde espacios de elite, Scott ha elegido otro camino: invertir sin figurar, dar sin esperar, transformar sin imponer. En ese gesto persistente de confianza en los otros, MacKenzie Scott ha reinventado, sin palabras grandilocuentes, el significado contemporáneo de la generosidad.